miércoles, 2 de mayo de 2012

La dama de gafas negras...

Soy Juan Perez y a veces aprendo de la duda...

Hace años que camino por las calles y eso ustedes ya lo saben, al menos creo que lo saben pues han leído mis pensamientos y han caminado conmigo casi desde el principio, según nos fuimos encontrando en el camino o como a mi amigo el poeta le gusta decir, cuando coincidimos

En los parques siempre hay bancas para sentarse y en esas bancas algunas veces hay personas, no siempre, no cotidianamente, no las mismas, pero casi siempre hay personas. Esos patrones se rompen de vez en cuando y en ocasiones encuentras personas que están fijas a una banca por horas, no sabes como llegan ni sabes a que hora se van solo las ves ahí cada vez que giras la cabeza.

Un vagabundo tiene el efecto de vaciar una banca enseguida así que aunque las demás personas se sientan dueñas del parque por pagar impuestos y se sientan grandes filantropos muy pocas veces se quedan inmóviles cuando un vagabundo decide expropiar la banca donde ellos están sentados y mas raro aun es que el contribuyente pelee por su banca alegando que ha pagado impuestos y que ese lugar le pertenece mas a el que al vagabundo, no se si es miedo o compasión lo que los hace abandonar sus puestos pero si un día me propongo tomar el sol en el mejor lugar del parque no importa quien este en la banca, basta acercarse y poner les pompas en el fresco metal o cemento para que contribuyente haga una mueca y abandone su puesto.

A veces lo hago solo por diversión, me gusta ver como los que dicen "Todos somos hijos de Dios, me consideran primo lejano y de los molestos"

Cierto día intente apoderarme de una banca donde descansaba  una mujer ya mayor que usaba gafas con cristales negros, las ancianas son mas divertidas por que maldicen mas rápido de lo que se alejan, entonces es divertido oírlas refunfuñar por perder su banca mientras sus pies de arrastran sobre las hojas caídas de los arboles y detrás de ellas las palomas haciendo ruido esperando por migajas.

Ese día me pavonee delante de ella, agitaba mis trapos viejos y gastados pero ella seguía sentada mirando hacia ninguna parte, con otras personas mi cercanía hubiera sido suficiente, pero con ella no estaba funcionando, así que decidí ir mas lejos.

Tome "vuelo" y me senté a su lado ella giro su cabeza hacia mi y de nuevo a ninguna parte, esto ya me estaba molestando...

Ejem ejem dije...

¿Que deseas? contesto

Me quede mudo... nada... alcance a responder.. ella se volteo de nuevo hacia la nada...

¿No le molesta mi presencia? pregunte...

¿Eres ladrón?
No

¿Tienes alguna enfermedad contagiosa?
Creo que no respondí...

¿Eres testigo de Jehova, Catolico, Cristiano, Budista, Musulman o usas algún tipo de esas etiquetas?
No

¿Estas drogado, borracho, eres asesino, violador, etc.?
No, soy un vagabundo...

Ah, bienvenido... me dijo ella.

Yo me quede con cara de ¿que esta pasando aquí?

Le dije.. huelo mal.. ella me dijo las palomas huelen peor... ahora si estaba desconcertado.

¿Que no le desagrada mi apariencia? grite... Me desagrada mas tu tono de voz.. soy ciega, me dijo.

Entonces comencé a entender...

Disculpe mi señora no quise ofenderla, ¡ninguna ofensa! replico, soy feliz sin ver, hace mucho que deje de ver a las personas y las cosas, hace mucho que no hay luz en mis ojos, hace mucho comencé a sentir.

Me quede escuchándola pues no tenia nada mas que hacer, mi broma del día se había esfumado con ella, pensé dejarla hablando sola pero, no es de caballeros.

Sabes, me dijo. Hace mucho por voluntad propia perdí la vista, me canse de las mentiras que se dicen cuando se mira directo a los ojos, uno siempre las cree no por que sea tonto sino por que quiere creerlas, incluso aquellos que juran lealtad, amor y amistad mienten viéndote a los ojos, a mi me mintieron muchas veces decía la mujer, me mintieron mis padres, mis hijos, el hombre que me amaba, todos y cada uno de ellos me miraba a los ojos mientras lo hacia, me mintió el cura, la bruja y los amigos, me mintieron todos por eso decidí dejar de mirar.

¿Y los colores? ¿Y las sonrisas? ¿Y el sol? ¿Y el mar? pregunte...

Bah.. .eres uno de esos romanticones mediocres me dijo, nada hay mas valioso que la verdad.De nada sirve mirar todo eso que dices si no hay verdad, todos mienten.

Decision drástica la suya dije en tono irónico, valiente queras decir ignorante y maloliente vagabundo contesto.

Resulta que si le molesta mi presencia entonces inquirí molesto, No, respondió ella, me molesta tu peste y tu ignorancia nada mas.

A punto estaba de dejar aquella banca cuando me dijo.. Mira muchacho u lo que seas: decidí dejar a un lado mi sentido de la vista a cambio de la verdad, muy pocos se atreverían a hacer eso, cambie un sentido por un don, hoy puedo tocar las manos de las personas y sentir sus intenciones, puedo escuchas sus voces y adivinar sus emociones, incluso puedo percibir su aroma y adivinar sus formas, todo es mas real cuando no miras, a veces la vista engaña pero el corazón no, decidí dejar de mirar los ojos que aun diciendo la verdad mienten pues las expresiones faciales pueden decirte una cosa, la mirada puede mantenerse fija entre los dos y aun así la mentira prevalece, pero no puedes mentir con los sentimientos, con la voz y las intenciones, no puedes mentir con las tentaciones preferí la verdad como luz que la luz en si misma.

Tiene usted una filosofía muy extraña señora...le dije

Ella solo asintió con la cabeza...

Dígame entonces Santo Tomas solo creía por que veía... ¡Santo Tomas era un idiota! pronuncio molesta su fe era tan pobre que su reino y verdad se limitaba a lo que veía, si una montaña se le atravesaba en frente esa era su frontera hasta que decidiera treparla y ver que mas allá de ella también existía tierra.

Yo solo reí...

¿Y como es que llega aquí sin ayuda? pregunte...

No pienses que revelare mis secretos a un extraño en una sola platica, de hecho deberías irte "estas tapándome la vista" dijo en tono gracioso.

Con el tiempo regresaba a ese parque y siempre la veía con sus gafas color negro y cierto es que me detectaba a metros de distancia y alzaba su mano en la dirección correcta para saludarme, nunca supe como llegaba o se iba del parque y si soy sincero nunca supe si en realidad era ciega o solo pretendía serlo, lo único que se es que era una vieja muy sabia, como casi todos los viejos que conozco y que se sentaba en el parque a esperar algún incauto ávido de sabiduría.

Soy Juan Perez y a veces me quedo con la duda...

(cuento corto de la serie Juan Perez un libro que nunca termine de escribir)
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